Scott Seiver: "Llevo el poker en la sangre, ya ni siquiera necesito practicar"

La carrera profesional de Scott Seiver en el poker comenzó a una edad muy temprana: sus abuelos le enseñaron a jugar al gin y al bridge incluso antes de empezar el jardín de infantes. Empezó a jugar al bridge por dinero —contra su abuelo— a los cinco años. En la escuela secundaria, comenzó a jugar al poker con ante de $0.25 en la mesa de la cocina de sus padres. Celebró sus cumpleaños 18 y 21 con viajes al casino.

Dominar las matemáticas de los distintos juegos siempre ha sido la mayor pasión de Seiver. Para él, es tan natural como respirar. Cuando se le preguntó sobre una posible carrera fuera del poker, hizo una pausa y respondió: "No lo sé. ¿Quizás tú tengas alguna idea?".

Sería difícil esperar otra respuesta dado el historial del jugador de 40 años, que incluye $27 millones en ganancias en torneos, siete brazaletes de las World Series of Poker y el título de Jugador del Año de la WSOP 2024.

Como la mayoría de los jugadores de su generación, Scott tuvo la oportunidad de jugar online, pero demostró ser más fuerte que sus compañeros en torneos presenciales. Sin embargo, con el paso de los años, la geografía de sus éxitos en torneos se ha vuelto bastante monótona: desde 2016, no ha ganado ningún premio fuera de Las Vegas.

— Se reduce a dos factores clave — explica Seiver —. En primer lugar, me fui enamorando poco a poco de los juegos mixtos y ahora me centro casi exclusivamente en ellos. Y fuera de las World Series of Poker, en los festivales solo se juega Omaha y Hold'em. Así que tuve que pasarme a las partidas cash, y las mesas cash están en Las Vegas. En segundo lugar, empecé a jugar límites más altos, y los viajes a los torneos perdieron cualquier sentido económico para mí. En las partidas mixtas, puedo jugar más caro y en torneos hay alineaciones más difíciles de lo que me gustaría. Sí, ahora está la Triton Series, con sus torneos de super high roller. Pero, sinceramente, los mejores jugadores se han vuelto tan increíblemente fuertes que participar en estos torneos no me produce la misma emoción ni la misma sensación que tengo cuando me siento a jugar juegos mixtos.

Sin embargo, el historial de torneos de Seiver incluye 49 premios de seis cifras y cinco de siete cifras. No obstante, solo ocupa el quinto lugar en la lista de ganadores de todos los tiempos de la ciudad de Nueva York.

— ¡Es interesante que Nueva York tenga una presencia tan fuerte en el mundo del poker! Muchos de los mejores jugadores high roller son de Nueva York o de la Costa Este.

Debido a su estilo de vida, Seiver se ha convertido en un especialista en las World Series y apenas juega MTTs fuera de esta maratón de verano.

— En este punto de mi carrera, estoy tan inmerso en el poker que literalmente lo llevo en la sangre. Ni siquiera necesito mantener un nivel de preparación. Es como montar en bicicleta: simplemente te subes al sillín e inmediatamente te sientes completamente cómodo.

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¿Qué opina Scott sobre las reglas del Jugador del Año de la WSOP?

— El sistema es bastante justo. Quizás un par de torneos high roller estén sobrevalorados, pero eso en realidad es algo bueno: más gente se anima a jugar. No hay mucha gente que tenga tanto habilidad como resistencia. La resistencia es más importante que el bankroll.

Seiver cumplió 40 años este año. ¿Hall of Fame?

— Mi meta es entrar en el Hall of Fame. Llevo mucho tiempo trabajando para conseguirlo y estoy convencido de que lo lograré. Por eso he jugado tanto en las World Series of Poker en los últimos dos años: para aumentar mis posibilidades. Durante los diez años anteriores, solo había jugado torneos de manera ocasional, entre partidas cash, pero siempre tuve presente el Hall of Fame. ¿Era esa mi meta desde el principio de mi carrera? Puede sonar increíblemente arrogante, pero sí, fue exactamente esa. Me inicié en el poker y seguí haciéndolo por mi perfeccionismo.

— Siempre quise encontrar una carrera en la que pudiera llegar a ser el mejor del mundo, sin importar cuál fuera. Quería demostrar que, si me fijaba una meta ambiciosa, podía llegar a la cima. Suelo darle mucha importancia a las metas, así que era fundamental para mí encontrar un camino que me permitiera medir mis logros. Y, sinceramente, si no hubiera sido tan bueno en el poker, probablemente lo habría dejado y habría buscado otra cosa en la que destacar.

A pesar de estar extremadamente centrado en lograr sus objetivos, Seiver lleva una vida bastante equilibrada y sana fuera del casino.

— La mayoría de mis amigos y conocidos no juegan al poker ni participan en juegos de azar. Mi afición a los juegos de azar nunca ha interferido con mi comprensión del resto del mundo, y no siento ninguna desconexión. Excepto, quizá, la reticencia de mis amigos a jugar a la ruleta de las tarjetas de crédito para decidir quién paga en un restaurante. No conocen esta costumbre, pero a mí me gusta.

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También hablamos del artículo de Stephen Chidwick en el que reflexionaba sobre el mundo de los high rollers.

— Me parece genial. Demostró lo difícil que es competir al máximo nivel día tras día. Hay que esforzarse a diario. Me conozco lo suficiente como para decir que no se me da bien. Todos tenemos nuestras fortalezas y debilidades, y ese tipo de concentración extrema no es lo mío. Que otros triunfen así. No me malinterpreten: no tiene nada de malo obsesionarse con la perfección. Simplemente no es lo mío.

El papel de la familia en el desarrollo de Seiver como jugador probablemente desempeñó un papel clave.

— Mis abuelos me enseñaron a jugar al gin y al bridge cuando tenía tres o cuatro años. A los cinco, aprendí a contar puntos de bridge. Fue mi primer contacto con las matemáticas y las estrategias de apuestas. Tengo muchos recuerdos entrañables. Una vez a la semana, la familia organizaba una noche de juegos de cartas. Invitábamos a amigos y jugábamos por diversión, por monedas, a todos los juegos caseros habituales: el "sigue a la dama", el "Chicago", el béisbol. Siempre disfrutaba mucho viendo las partidas, ya que me encantaban todo tipo de juegos de cartas y de mesa. Me inspiraba mucho ese ambiente, que combinaba competición y diversión. Fichas en mano, la alegría de la victoria, risas y un buen rato en la mesa: son recuerdos muy importantes para mí. Pude satisfacer mi necesidad de competir y socializar desde muy pequeño. Me parece maravilloso.

El abuelo de Scotty, Stan Seiver, disfrutó de la vida a los 95 años, jugando a las cartas cuatro veces por semana hasta sus últimos días. Al recordarlo, resulta tentador citar a Doyle Brunson: "No dejamos de jugar porque envejecemos envejecemos cuando dejamos de jugar".

— Las reuniones semanales en torno a la mesa de cartas le resultaban de gran ayuda, manteniendo su mente ágil. A una edad avanzada, eso es muy importante.

Muchos jugadores jóvenes de la generación de Seiver tuvieron que luchar con sus familias para poder dedicarse al poker profesional. Pero Scott fue diferente: recibió apoyo incondicional, comprensión y ayuda en cada paso del camino.

— ¡Un equipo familiar como este es todo lo que podrías soñar!

Un grind agotador o una mala racha pueden arruinar una semana, un mes o incluso un año para cualquier jugador profesional. Al fin y al cabo, el poker es un juego de suma cero donde no hay ganancias garantizadas. Sin embargo, Seiver se siente cómodo en compañía de otros jugadores.

— Si solo se escuchan voces críticas, es fácil pensar que la comunidad del poker tiene serios problemas. Sin embargo, mi experiencia me dice que en ningún otro lugar hay tanta gente honesta y confiable como en el poker. Sí, existen algunos individuos poco fiables, pero no puedo imaginar una situación en la que incluso ellos intentaran robarme. El poker es uno de los pocos ámbitos que aún conservan su palabra, donde esta es la única garantía. Si la rompes, tu reputación queda arruinada. Cuando todo se decide con un apretón de manos, y no con un contrato, eso es maravilloso.

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