Un niño en un disfraz de robot: cómo Stephen Chidwick se buscó y se encontró a sí mismo

Hola X.

Muchos de ustedes me conocen como un jugador de poker de élite al que no le gusta hablar mucho. Y debo admitir que, durante mucho tiempo, sentí que tenía poco que decir.

He pasado la mayor parte de mi vida en la sombra. He construido mi carrera con discreción, pero con determinación, e intenté centrarme en lo que podía controlar: la preparación, la toma de decisiones y la estabilidad. «Las redes sociales son una pérdida de tiempo», me decía. Y aunque la decisión de dejarlas fue sin duda la correcta en ese momento, mis razones eran falsas, o al menos incompletas. No quería reconocer abiertamente mis miedos. Tenía miedo de las críticas, de mi propia vulnerabilidad y de mi falta de control.

Casi con toda seguridad encajo en los criterios del trastorno del espectro autista y del trastorno bipolar, aunque nunca he recibido un diagnóstico formal (si considero que padezco alguna de esas afecciones es tema para otro día). He experimentado el aislamiento, donde me apartaron a la fuerza de la sociedad por mi propia seguridad, y me he preguntado cómo llegué a este punto. Después de otro día en la mesa de poker en vivo, a veces estaba tan agotado que me acostaba con hambre. No porque perdiera el apetito por la concentración extrema, sino porque tenía miedo de seguir interactuando con la gente. Sé lo absurdo que suena. Lo sabía entonces, pero ningún razonamiento puede cambiar el hecho de que es cierto.

Poco a poco, logré adaptarme. Aprendí a sublimar esta energía ansiosa y a convertirla en una fuerza motivadora: un deseo obsesivo de alcanzar mi potencial en el poker y demostrar mi valía al mundo mediante logros externos.

Y el reconocimiento que tanto ansiaba llegó.

En 2019, CardPlayer realizó una votación entre los jugadores, en la que fui reconocido como el mejor jugador del mundo. Mi sueño se hizo realidad.

Mi ego estaba exultante, pero pronto me di cuenta de que todavía me faltaba algo.

Ahora que me llamaban "el mejor", no podía permitirme cometer errores. A pesar de todos mis logros, no era menos vulnerable. Cada paso en falso parecía una amenaza al statu quo. ¿Estaba perdiendo terreno? ¿Me estaba volviendo viejo, complaciente y perezoso? ¿Cuánto tiempo podría engañar a la gente para que pensara que era bueno, cuando sabía exactamente lo graves que podían ser mis errores?

Y nada de esto se acercaba siquiera a la raíz de lo que realmente deseaba: ser aceptado. Así que cuando alguien me decía cosas como "aburrido", "robot" o "sin personalidad", me lo tomaba muy a pecho. En el fondo, temía que fuera cierto.

En mi afán por convertirme en un mejor jugador de póker, comencé a trabajar más en mí mismo, desmontando capas de mi sistema de creencias y analizando lo que se revelaba. ¿Por qué sentía que tenía que ser perfecto para ser aceptado? ¿Qué intentaba realmente lograr al perseguir el éxito? Reflexiones desagradables que, poco a poco, comenzaron a liberarme de mis ideas preconcebidas sobre quién era y quién se suponía que debía ser.

Las cosas empezaron a mejorar rápidamente, sí, incluso en mis modales en la mesa, pero sobre todo en mis interacciones con familiares, amigos, conocidos casuales e incluso completos desconocidos. Este progreso me dio fuerza y motivación para seguir adelante. Cuanto más me abría, era honesto y confiaba en los demás, más seguro, genuino y tranquilo me sentía.

Estoy aprendiendo a escuchar no solo mi valiosa lógica, sino también una voz interior silenciosa, misteriosa e inexplicable. Una voz que habla cuando callo. Una voz que me impulsa a escribir este texto y a publicarlo para que todos lo vean.

Y aquí estoy, un niño en un disfraz de robot. Solo otro ser humano en busca de amor, conexión, pertenencia. Cansado de huir de mi propia sombra, (con suerte) listo para detenerme y dar la vuelta.

Este es un mensaje para cualquiera que se sienta atrapado. He pasado por momentos insoportables en los que la idea de paz interior, conexión o incluso dejar de torturarme con mis pensamientos parecía increíblemente lejana. Si te encuentras en una situación similar ahora mismo, quiero que sepas que las cosas pueden mejorar. No todo está perdido. Aún puedes recibir ayuda. Sigue adelante.

También quiero agradecer a todas las personas que vieron en mí lo que yo no pude ver durante mucho tiempo y me guiaron por este camino. Algunos saben que hablo de ellos. Otros quizá nunca comprendan lo mucho que significó un pequeño gesto de apoyo para alguien que atraviesa problemas como los míos. Les estoy profundamente agradecido a todos.

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