El gran juego de Molly Bloom: enfrentamientos con Tobey Maguire, la mafia italiana y el gobierno de Estados Unidos

Jason Calacanis: — Hola, Molly. Cuéntanos cómo empezaste a jugar al poker. Por cierto, algunos amigos nuestros han jugado en tus partidas.

David Friedberg: — Espera un momento. Jason, tú mismo nos dijiste que jugaste en el juego de Molly muchas veces.

Jason Calacanis: — Eso no es cierto, dije que Molly me invitó personalmente, pero no que jugué.

David Friedberg: — Creo que puedes encontrar esa transmisión; incluso se hizo viral en Twitter. Recuerdo que Molly te respondió: "Nunca has jugado en mi maldito juego".

Jason Calacanis: — Aclaremos esto. Molly, ¿recuerdas haberme invitado?

Molly Bloom: — No lo recuerdo, pero la cosa es que había dos partidas diferentes. En una, yo sólo ayudaba a los organizadores. Me enviaban una lista y yo llamaba a la gente. Puede que tu nombre estuviera ahí. Pero había otra partida donde yo era la única al mando, y no te recuerdo en esa.

Jason Calacanis: — El del Four Seasons era tu juego, ¿verdad?

Molly Bloom: — Sí.

Jason Calacanis: — Ahí fue donde me invitaron. Me prometieron que Tobey [Maguire] y Leo [DiCaprio] estarían en la mesa. Dijeron que tenían muchas ganas de jugar conmigo, a lo que respondí: "Quieren ganar mi dinero". Y no fui porque nunca antes había jugado más alto que $5/$10.

Todo empezó en el Viper Room, donde trabajabas para alguien. Luego te mudaste al Four Seasons, y la partida se volvió muy popular. A nuestro amigo en común, Tobey Maguire, solía vérselo por allí. Después, la partida se mudó a Nueva York. Cuéntanos un poco más sobre tu papel en todo esto.

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Molly Bloom: — Empezaré por el principio. Durante la universidad, competí con el Equipo Nacional de Esquí Alpino de EE. UU. Una lesión grave me obligó a retirarme del deporte que había sido el propósito de mi vida. Empecé a pensar en qué hacer. Me mudé a Los Ángeles para disfrutar de un clima más cálido; había estado rodeada de nieve desde los dos años. Allí conseguí trabajo con un hombre que tenía una empresa de construcción. Un día, me dijo que iba a organizar una partida de poker y necesitaba a alguien que sirviera bebidas.

Cuando llegué, vi a actores populares, empresarios e incluso políticos. Tenía 23 años y enseguida me di cuenta de que había entrado en un mundo especial: un mundo de información, dinero y poder. Al final de la noche, recibí propinas, la mayoría en fichas, pero un tipo me dio $4,000 en efectivo. Durante los ocho meses siguientes, no solo dominé los fundamentos del poker, sino que también intenté conectar con jugadores clave. Después de un par de meses, me di cuenta de que ya no quería servir bebidas y me propuse organizar mi propia partida. De los participantes, aprendí mucho sobre cómo funciona nuestro mundo. Muchos tuvieron un impacto directo en él. Fue una época interesante, emocionante y, no voy a mentir, muy provechosa para mí.

Durante ocho meses, tomé notas constantemente, centrándome en qué haría diferente en mi juego. Creo que mi ventaja fue no tener experiencia en el poker. Me di cuenta de que el juego en sí no era lo más importante. Los jugadores se sentían parte de un círculo especial; era una vía de escape de la realidad. A eso aspiraba. Quería que la gente se sintiera inmediatamente como si estuviera en Mónaco o en una película de James Bond. Tenía sólo 24 años cuando organicé mi partida. Claro que no esperaba que todos esos jugadores se pasaran a mi juego, ni que la partida se convirtiera en algo regular durante cuatro años y medio. La partida donde servía bebidas tenía una entrada de $10,000; la mía subió a $50,000.

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Jason Calacanis: — Me dijeron exactamente esa cantidad, y pensé: "Esto es high stakes de verdad". En aquel entonces, ni siquiera se podía jugar con esa cantidad en Los Ángeles. Tuviste que mudarte a Nueva York por culpa de la mafia. Cuéntame sobre eso, porque la historia se volvió turbia rápidamente.

Molly Bloom: — Sí, fue así exactamente. Básicamente me arrebataron el juego en Los Ángeles. Un jugador muy influyente lo quería para sí mismo. Empezó a insinuarles a otros jugadores que yo ganaba demasiado dinero y luego se ofreció a ser su figura representante por un salario. Pero yo ganaba millones, pagaba impuestos y no quería trabajar para él en absoluto.

Jason Calacanis: — ¿Qué influencia tenía? ¿Amenazó con llevarse a todos los jugadores?

Molly Bloom: — Sí, es una persona muy famosa. Dijo que no me necesitaban, que podían jugar en la casa de algún actor famoso.

Chamath Palihapitiya: — ¿Alguna vez se ha mencionado su nombre públicamente?

Jason Calacanis: — Molly nunca lo nombró, pero todos saben que se refiere a Tobey Maguire. También había algo más. Las primeras máquinas de barajar Shuffle Master habían salido entonces. Había tres en Los Ángeles: una para mí, otra para Tobey y otra para otro jugador. Usamos la mía en lo de Chamath, donde estábamos creando nuestro propio juego. Pero estas máquinas no solo aceleraban mucho el juego, sino que también podían usarse para manipular las cartas. Se rumorea que Tobey insistió en usar su máquina en tu juego.

Molly Bloom: — Así es. Una máquina costaba $17,000. Tobey dijo que necesitábamos una, y tenía razón, claro. Al final compramos la nuestra, pero durante un tiempo usamos la suya. Nunca olvidaré cuando pasé por su casa a recogerla. Me la dio y dijo: "Esto costará $200 por sesión". ¡Doscientos dólares! Me quedé atónita; lo dijo con una expresión muy seria, sentado en su lujosa mansión.

Chamath Palihapitiya: — ¿Entonces Tobey terminó atrayendo a todos los jugadores y tuviste que mudarte a Nueva York?

Molly Bloom: — Sí, estaba furiosa y me propuse organizar el juego más importante del mundo. Esto fue en 2008.

David Friedberg: — Cuéntame cómo lograste ganarte rápidamente la confianza de la gente en una ciudad nueva. No es fácil, sobre todo en el mundo del juego.

Molly Bloom: — Rápidamente me di cuenta de que, para jugar bien, se necesitan nueve jugadores con un nivel de habilidad similar en una mesa. En sesiones individuales, algunos jugadores ganarán o perderán mucho, pero a la larga, simplemente se redistribuirán el dinero entre ellos, dejando a los organizadores con las grandes ganancias. Así que protegí mi juego de los profesionales a toda costa. En Los Ángeles, me ofrecieron una parte de la acción, una tarifa fija, cualquier cosa, pero los rechacé porque sabía que desequilibraría la balanza inmediatamente. Nunca les pedí nada a los jugadores influyentes, aunque todos les piden algo. Trabajé para ganarme su confianza y me apegué al principio de "lo que yo puedo hacer por ellos, no lo que ellos pueden hacer por mí". Trabajé para forjar mi reputación, y esto me ha sido muy útil en mi nueva situación.

Jason Calacanis: — Nunca tuvimos problemas con los pagos en nuestras partidas amistosas, y no jugábamos por tanto dinero. Pero he oído que en otros juegos de Los Ángeles, las cosas no eran tan fáciles. En aquel entonces, era común que los perdedores esperaran para pagar, y era responsabilidad del organizador cobrarles. ¿Has tenido que pasar por situaciones incómodas? ¿Podrías mencionar una cantidad récord de dinero perdido?

Molly Bloom: — Lo que más me impactó fue la reticencia de la gente a desprenderse de un par de cientos de miles, aunque millones les parecían poco. Se ponían histéricos, empezaban a gritar e incluso volcaron la mesa un par de veces. Sabía que si mi juego empezaba a tener problemas con los pagos, no duraría mucho. Nadie querría jugar. Así que siempre firmaba cheques a mi nombre y luego intentaba cobrarle el dinero a los perdedores.

Jason Calacanis: — Es un plan bastante arriesgado. ¿Cuál es la mayor cantidad que has perdido?

Molly Bloom: — $250k y, obviamente, esa era una cantidad bastante manejable para esa persona.

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David Friedberg: — Durante nuestro almuerzo, admitiste que vives para la adrenalina. ¿Ha sido así desde tu época deportiva?

Molly Bloom: — Incluso antes, toda nuestra familia era así. Mi hermano menor ganó el campeonato mundial de esquí acrobático y compitió en dos Juegos Olímpicos. Después de los Juegos de Turín, fue reclutado por los Philadelphia Eagles. Tras retirarse del deporte, trabajó como modelo y fundó una exitosa startup, que vendió en su mejor momento. Mi segundo hermano se graduó en Harvard y ahora ejerce como cirujano cardíaco.

Jason Calacanis: — Me pregunto a quién aman más tus padres.

Molly Bloom: — Mis hermanos siempre fueron los favoritos, pero algo empezó a cambiar después de que Kevin Costner interpretó a mi padre en la película sobre mí.

Nuestros padres siempre nos enseñaron a afrontar nuestros miedos. Muchos padres les dicen a sus hijos: "Si no quieres, no lo hagas". Pero nosotros fuimos criados para creer que, si enfrentamos dificultades o miedos, debemos superarlos y lograr resultados.

Jason Calacanis: — Volvamos a Nueva York y la mafia.

Molly Bloom: — Cuando llegué a Nueva York, empecé a hablar con los jugadores para averiguar qué les desagradaba. Había algunas partidas high stakes, pero todas se desmoronaban rápidamente. Resultó que el principal problema era la confianza. Los organizadores se sentaban en la mesa y, tras una mala sesión, simplemente subían la comisión para recuperar las pérdidas. Yo asumí el rol de banquera y organicé una partida con un buy-in mínimo de $250,000. Esto fue en 2008, y en la primera sesión se vieron $10 millones sobre la mesa. La acción fue increíble, y un jugador terminó perdiendo $100 millones.

A mis padres no les gustó nada y me rogaron que volviera a la escuela. Acepté, pero primero quería ganar todo el dinero posible. Empecé a organizar partidas más baratas, y así fue como todo se vino abajo. Unos chicos de Brighton Beach empezaron a jugar. Al principio los veté, pero luego los dejé entrar cuando algunas personas serias los apoyaron. Aunque siempre supe que había algo sospechoso en ellos. Luego resultó que tenían vínculos con la mafia rusa y el mayor fraude de seguros en la historia de Nueva York. En realidad, no tuve ningún problema con ellos; solo jugaban al poker.

Tuve problemas con la mafia italiana. Un día vinieron y simplemente me exigieron una parte del juego. Me negué, y unos días después, un tipo entró en mi apartamento, me puso una pistola en la boca y me dijo que ahora trabajaba para ellos, y que si se lo contaba a alguien, tenían las direcciones de todos mis familiares. Me dio una paliza y se llevó todos los objetos de valor de mi caja fuerte, incluyendo joyas de mi abuela, de quien me pusieron el nombre. Estaba aterrorizada.

Chamath Palihapitiya: — ¿Hubo algún pensamiento de terminar con todo de inmediato?

Molly Bloom: — Sí, pero no sabía si me lo permitirían. No se lo dije a nadie, tenía miedo de salir de casa y esperé a que llamaran. Pero se esfumaron; no entendí qué estaba pasando hasta que vi el New York Times, y la portada informó que Nueva York había realizado la mayor redada antiterrorista en la historia de la ciudad. 125 personas fueron arrestadas. Nadie volvió a contactarme.

Chamath Palihapitiya: — Literalmente esquivaste las balas.

Molly Bloom: — Sí, pero pronto me convertí en la bala que lo destruyó todo. Empecé a traicionar mis propios principios, el dinero y la avaricia me vencieron, y todo me llevó a la ruina.

Jason Calacanis: — ¿Empezaste a tomar rake?

Molly Bloom: — Cierto.

Jason Calacanis: — Permítanme aclarar esto para quienes no saben mucho de poker. Dar propinas es común en las partidas privadas. Es un tema ambiguo, pero la gente hace la vista gorda porque es difícil de demostrar. En los casinos legales, el rake es la base de sus ganancias, pero pasan por complejos trámites legales para obtener una licencia. En las partidas hogareñas, esto está estrictamente prohibido, así que, ¿estabas infringiendo la ley?

Molly Bloom: — Así es. En Los Ángeles, era muy estricta con respecto a quién le permitía entrar al juego, pero en Nueva York, me volví mucho más indulgente. Algunos juegos tenían jugadores que jugaban en mi nombre. Estas inversiones resultaron ser negativas, así que, para compensar, empecé a cobrar comisiones. Esto ocurrió seis meses antes de que nos cerraran.

Un agente encubierto del FBI se involucró en el juego. Vigilaban a los rusos y, a través de ellos, nos encontraron. Unos meses después, me estaba preparando para ir a trabajar, pero recibí un mensaje del crupier diciendo que había un montón de agentes esperándome en la sala. Sabía que era el fin e intenté volar a Denver de inmediato, pero no pude comprar los boletos. Todas mis tarjetas estaban bloqueadas, y cuando inicié sesión en la aplicación del banco, vi que mi saldo era de -$99 millones.

A mis abogados les dijeron que no había cargos penales en mi contra y que incluso podía demandar para intentar recuperar mi dinero, si quería. Pero cualquier cosa que dijera podría ser usada en mi contra. Luchar por el dinero era inútil, así que simplemente volví a vivir con mis padres. Pasé dos años recuperándome, luego decidí empezar de cero y me mudé a Los Ángeles. Alquilé un pequeño apartamento, pero cinco días después, en plena noche, 17 agentes del FBI con ametralladoras irrumpieron en mi puerta, me esposaron y me mostraron un papel que decía: "Gobierno de los Estados Unidos contra Molly Bloom". Encontré un excelente abogado que aceptó representarme. Pero no tenía dinero para años de acción legal, así que me di por vencida rápidamente.

La fiscalía me pidió que fuera informante. No les interesaba la mafia rusa ni la italiana; querían que les contara sobre políticos y famosos.

Chamath Palihapitiya: — ¿Qué podrías decirles?

Molly Bloom: — No lo sé, algún tipo de pista, estaban interesados ​​en cualquier cosa.

Jason Calacanis: — Su caso fue manejado por el fiscal federal Preet Bharara, quien saltó a la fama en 2011 cuando cerró las salas de juego online más grandes en Estados Unidos.

Molly Bloom: — Sí, y tenía enormes ambiciones políticas.

Chamath Palihapitiya: — ¿Pasaste algún tiempo en prisión?

Molly Bloom: — No. Me dijeron que me devolverían todo el dinero y retirarían los cargos si cooperaba. Me dieron 48 horas para pensarlo. Me negué, porque lo que pasó fue completamente culpa mía. Tenía muy buena relación con la mayoría de los jugadores y no quería causarles problemas. Estaba segura de que iría a la cárcel, pero me pusieron una multa cuantiosa y me dejaron ir.

A los 35, me encontré siendo una criminal con deudas millonarias. ¿Cómo podría volver a la normalidad después de eso? Las revistas de moda no escriben sobre ese tipo de cosas. Pensé que tenía una historia única que podría intentar monetizar. Si todo salía bien, no sólo saldaría mis deudas, sino que también restauraría mi reputación.

Escribí un libro, pero solo lo leyeron diez personas, ocho de ellas familiares. Varias editoriales me ofrecieron sumas millonarias si revelaba los nombres de las celebridades, pero las rechacé todas. Me propuse no revelar esa información a menos que la gente revelara abiertamente su participación en mis juegos. Pero seguí creyendo en mi idea; simplemente no me quedaba otra opción. Decidí probar suerte en Hollywood y conseguí contactar con Aaron Sorkin.

David Friedberg: — ¿Se conocieron en persona?

Molly Bloom: — Sí, aunque fue muy difícil. Antes de la reunión, me pregunté: "¿Qué estás haciendo? Tienes antecedentes penales, vives con tu madre, estás endeudada. Y él es el guionista mejor pagado de Hollywood". Tuve algunas reuniones antes, pero en todas me dijeron que me largara.

Jason Calacanis: — ¿Cómo lograste que Aaron se interesara?

Molly Bloom: — Ni yo misma lo entiendo. Le conté mi historia. Estaba temblando por dentro, pero intenté disimularlo. Recuerdo que me escuchó y dijo: «Nunca he conocido a nadie que se vea tan segura de sí misma estando tan en el fondo». También acordamos enseguida que la película no debía dañar la reputación de ninguno de los involucrados.

Jason Calacanis: — ¿El dinero que recibiste por la película se destinó a pagar la multa?

Molly Bloom: — Sí, finalmente terminé de pagar al gobierno el verano pasado.

Chamath Palihapitiya: — ¿Quién es el jugador famoso más fuerte?

Molly Bloom: — Tobey, definitivamente.

Jason Calacanis: — Chamath esperaba que lo nombraras.

Chamath Palihapitiya: — No, jugué con Tobey durante 20 años y admito que era inigualable en esas partidas. Es un jugador muy dedicado.

Molly Bloom: — Sí, y él es el único que jugaba a lo seguro.

Chamath Palihapitiya: — ¿Quién ocupa el segundo lugar?

Molly Bloom: — Creo que Ben Affleck. Es inteligente y parece saber lo que hace. Pero su performance dependía mucho de su vida personal.

Jason Calacanis: — ¿Y de la política o de los negocios?

Molly Bloom: — Ninguno de ellos admitió jamás participar en mis juegos, así que tampoco los nombro nunca.

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